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Mensaje por Ariel Sørensen Lun Oct 03, 2011 9:53 am

Había sido otra noche de presentación y la feliz e incauta burguesía había acudido nuevamente a disfrutar del talento de los artistas que mostraban sus interpretaciones en la ciudad. Nada nuevo para ella, llevaba años parándose en los escenarios frente a los espectadores y a veces aperitivos para distraerse un poco y no al revés. Le gustaba divertirse y divertir a la vez, viendo en los rostros de los humanos algunas sonrisillas aunque fueran falsas o simplemente distraídas, pero sonrisas a l fin y al cabo, como la de ella. Pobres ilusos, si supieran lo efímero de sus vidas o por lo menos el infortunado en turno que hubiese sido seleccionado para tener el honor de perder su sangre para alimentarla, seguramente sonreirían de buena gana y disfrutarían de sus interpretaciones.

Esa tarde y noche había tocado el violín nuevamente, no presentarían obra para interpretar a sus queridos personajes pero si había podido transmitir sus sentimientos a través de la música de su violín con la que incitaba a dejarse llevar por la alegría. Claro que sus melodías siempre iniciaban de manera suave, pausada o hasta en ocasiones triste, pero poco a poco la cadencia de las notas se tornaba cada vez mas viva e intensa adornándose de ese timbre alegre aunque no fuese mas que una mascara también para su música la cual en realidad transmitía un mensaje como "¿Estás triste hoy? que mal por ti... alégrate, yo puedo ayudarte a salir de tu pesar y te prometo que jamás le volverás a sentir..." el cual era solamente entendió por aquel o aquella que se encontrase receptivo en esa ocasión y fuese su siguiente presa. No haría como muchos otros congéneres, cazando como si fuera un simple animal. No, ni soñado; ella era diferente, según su propia percepción, era como una reina, la reina que su Maestro siempre le había dicho que era y como tal no se dignaría a ir tras sus presas, ellos vendrían a ella y por su propia voluntad. ¿Qué hay mas sublime que la sangre que se ofrece a si misma a su verdugo? Pues la sangre que se ofrece a si misma sin miedo y en total felicidad y paz.

Pero, en ese instante, estando de pie frente a todos esos desconocidos que habían acudido a verla específicamente y dejarse envolver por sus interpretaciones, decidió que no tenía ganas esa noche de sangre alguna; no esa noche. Quería actuar con soltura como siempre tratando de ejecutar su interpretación mas difícil: la suya, ser ella misma... o por lo menos lo que habia sido y mostrarse como alguna vez fue, realmente feliz de atrapar la atención de sus espectadores y dedicar una verdadera sonrisa de alegría por lo que le rodeaba y por estar viva; o por haberlo estado.

Así pues, su melodía aunque rítmica y triste, tenia ese encanto de serenidad y alegría ocultas que le daban otro matiz al sonido, como cuando escuchaba a la que fuera su querida madre tocar para ella y a su vez, aquel de cuando su amado Maestro la deleitaba con su hechizante música llena de nostalgia y sentimientos ocultos. Ese era su sonido, las piezas que ejecutaba tenían esa mezcla que la definía a ella, como resultado de los sonidos de esas dos personas que tanto quiso.

Pronto el espectáculo terminó y una oleada de aplausos estalló en el recinto los cuales agradeció con la delicadeza y el porte propios de una soberana. Se sentía como una reina en esos momentos donde era aclamada por todos y esperaba entonces por su 'premio'. Pero esa noche no sabía si habría alguien que respondiera a su inocente llamado. Salió del escenario y caminó por los pasillos que llevaban hasta su camerino donde esperando que en el trayecto se presentara quien hubiese decidido acompañarla esa noche a hablar. Hacía mucho tiempo que con conversaba con alguien que pudiera volver a ver mas de una ocasión.

-... ¿quien será?... hoy no he elegido a nadie en particular... Me pregunto... si vendrá alguien esta noche.

Ariel Sørensen
Ariel Sørensen

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Mensaje por Astlyr Bronnfjell Lun Oct 03, 2011 3:23 pm

Aquel día, un día tan común como los otros, no había nada en especial que de verdad pudiera convertir aquel día en algo especial, solo el hecho que se encontraba en un balcón de un teatro, aquellos asientos que siempre eran más difíciles de conseguir y que eran para personas con mucho dinero. Sin embargo, la noruega estaba allí, con un anciano a su lado que disfrutaba la música del lugar, aparentemente aquella mujer era bastante famosa entre palabras y según, decían que al tocar el violín podía hechizar a cualquiera, no solo a hombres, si no a mujeres también.

Sin embargo, para ella no tuvo la mas mínima gracia, si era cierto, aquella mujer tenía su encanto, y su música era bastante significativa, mas solo le daba un mensaje de soledad y tristeza entre aquellas notas que parecían alegres, entendiéndose en su mensaje algo de ayuda a cuidar un corazón desgastado por los años que solo ha sufrido poco a poco. Ella bien entendía ese mensaje, pero no funcionaba del mismo modo con la noruega.

Continuó mirando todo aquel espectáculo y como tomaba "color" poco a poco, de un momento a otro aquella extraña mujer tuvo una sonrisa sumamente "brillante", parecía que viniera de lo más profundo de sus sentimientos, mostrando al publico aquella forma tan deslumbrante que tenía para impresionarlos a todos, y como la letra oculta entre sus notas cambiaba de rumbo, todo comenzaba a sonar mucho más hermoso. En ese momento bien recordó que la música viene del corazón del autor, expresando sus sentimientos y sus ansias a través de ella. Hasta ella misma se dejó llevar, cerrando los ojos para escuchar las notas resonar con eco en su cabeza, llenando su mente de aquellos sentimientos que quería expresar aquella mujer... simplemente una pérdida de tiempo para ella.

Cuando el espectáculo por fin terminó tuvo unas pequeñas ansias, quizás victima de aquella sinfonía peligrosa que la danesa con tanto afán tocó para su público. Pero no, no era así, simplemente quería ir con aquella mujer y darle sus felicitaciones, como también decirle que aquello simplemente había sido esplendido, pero algo simplemente no le gustaba, y era aquella fachada que ponía a la música para que los demás cayeran en las cuerdas de su violín como una simple marioneta.

Decidida, se fue con su particular violín propio, dirigiéndose a donde seguramente estarían los camerinos, caminando entre bambalinas con mucha tranquilidad, no le importaba ser vista por nadie más, de todos modos, en aquel teatro bien la conocían, ella misma había dado recitales. Cuando por fin se encontró en los camerinos, en uno en especial, aquella mujer que gustaban llamarla de "Ariel"... aparentemente era su nombre real, pero tenía el presentimiento de haberlo leído antes, en un libro o algo, aunque eso fue de menos, después de suspirar hondo, dio un par de tocadas a la puerta de aquel camerino, con su rostro sereno, tranquilo y estoico tan común en ella.

- ¿Hay alguien ahí? -Preguntó, en voz baja, no tenía porque alzar la voz para algo como eso, solo necesitaba una respuesta afirmativa para saber si había alguien, o al menos abrieran la puerta. Como era su costumbre, siempre solían servir a ella las personas a su al rededor.
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