Ficha de Eva Vogel / Liechtenstein.

Nombre completo:
Eva Lilian Vogel.

Edad:
15 años.

Raza:
Humana.

Lugar de origen:
Principado de Liechtenstein.

Clase social:
Alta

Descripción física:
De cuerpo delgado y apariencia frágil, aún luce los rasgos característicos de una niña. Posee grandes ojos verdes y tez porcelana con mejillas sonrosadas, su cabello rubio cae a la altura de su barbilla mientras un flequillo cubre su frente, y lo adorna un listón azul que cae sobre su oreja derecha. De no ser situaciones excepcionales viste religiosamente delicados y sencillos vestidos que caen con gracia sobre su figura y cubriendo sus piernas delgadas hasta la rodilla, usualmente en tonos rojizos o rosas que acentúan su aire de muñeca.

Spoiler:

Descripción psicológica:
Una joven dulce, amable y diligente. Eva es muy atenta y generosa, siendo una de sus grandes alegrías el poder ayudar a alguien cada día en todo lo que le sea posible, incluso puede comportarse algo maternal si siente que alguien se encuentra desvalido. Culta, recatada y refinada, debido al entorno en el cual se desenvuelve su abuelo ella se comporta como una auténtica señorita de sociedad, dirigiéndose a los demás de forma sumamente respetuosa y cortés. Suele pecar de ingenua y confiada, pero también aprende muy rápido de los demás. Por otra parte no es muy segura de sí misma, le es difícil alzar la voz a menos que la situación sea realmente insostenible y también depende mucho de los lazos que crea con otra persona, lo cual la hace sumamente vulnerable al punto de no saber que hacer en caso de que la confianza y afecto que deposite en alquien se vean defraudados.

Historia:
Criada desde su más tierna infancia por una congregación de religiosas quienes la acogieron al encontrarla recién nacida en el umbral de la iglesia un amanecer de Julio, la pequeña Eva creció aprendiendo de las hermanas la misericordia y amabilidad hacia el prójimo, ayudándoles a mantener el templo y conociendo las habilidades mínimas que una niña debía conocer como el coser y bordar. También se divertía mucho al poder conversar con los pocos feligreses que concurrían al lugar, siendo esa su mayor interacción con el mundo exterior al estar encerrada en la congregación el resto del día.

Así también hizo a su primer amigo: un anciano que, desde hacía un mes, a paso lento ocupaba la misma banca cada sábado por la mañana y permanecía impasible en su lugar hasta bien entrada la tarde. La primera vez que se acercó a hablarle sólo tenía siete años, le llamaba mucho la atención que de la noche a la mañana aquel señor apareciera y se quedara ahí tan solo y triste, desde entonces ella iba a sentarse a su lado y le hablaba sobre lo que las hermanas le enseñaban y su vida de niña en el convento o le cantaba alguna canción, intentando alegrar un poco al anciano y en ocasiones lograba arrancarle una sonrisa. Al pasar el tiempo él empezó a responderle, se llamaba Johann y era un acaudalado banquero. Le sorprendió mucho saber que tenía una hija ya mayor que se llamaba igual que ella, pero aún siendo tan pequeña no falló en notar que siempre hablaba de la mujer en tiempo pasado ¿Se habría marchado? ¿Qué habría sucedido? Tal vez extrañaba a su hija y por eso estaba triste. Un año después de haberle conocido se atrevió a preguntarle por ella, sin intentar obligarle a responder. El hombre, dando un pesado suspiro luego de dudar un poco, decidió relatar la historia a su pequeña amiga la cual rompió en llanto; él había perdido a su hija debido a una complicación en el embarazo que llevaba, muriendo tanto ella como la bebé que protegía en su vientre poco después que su yerno fuese encontrado a las afueras del pueblo brutalmente desangrado, quedándose sin la única familia que aún conservaba. La pequeña rubia no podía dejar de llorar mientras le abrazaba con fuerza, sollozando que no estaba solo, que ella le acompañaría. Y el hombre, después de más de un año, pudo llorar también a la par que acariciaba los cabellos de la niña.

A la semana siguiente el banquero se presentó ante la superiora de la congregación manifestando su intención de adoptar a Eva, tomando por sorpresa a la religiosa quien pensaba que la pequeña se volvería una sierva de Dios como las que le habían cuidado desde bebé. Luego de un año de insistencia por parte del hombre y de llevar a cabo la investigación de rigor, la religiosa que no ocultaba su reparo por ser un hombre solo quien deseaba llevársela decidió consultar a la niña, la cual absolutamente anonadada por la noticia aceptó de inmediato la propuesta con los ojos anegados. Estaba feliz. Finalmente las hermanas, tiempo después, decidieron permitir al anciano banquero adoptar a la rubia, dándole este su apellido y convirtiéndola así en esa hija y nieta que el destino le había arrebatado.

La pequeña Eva, ya con nueve años, fue educada desde entonces por los mejores maestros privados gracias a los cuales progresó en sus conocimientos sumamente rápido, y en sus ratos libres paseaba por el pueblo y los alrededores con su ahora abuelo o merendaban juntos en el jardín con algún pastel que la pequeña aprendía a preparar. Seguían acudiendo a la iglesia cada semana donde la niña cantaba en el coro, pero ahora regresaban juntos y sonrientes a casa.


Datos extras:

Gustos:
-Flores y animales lindos
-Pasteles y chocolates
-Costura y bordado
-Días soleados y noches despejadas
-Los momentos de tranquilidad
-Cantar en la iglesia

Disgustos:
-La tristeza en los ojos de su abuelo.
-Sentirse impotente.
-El abandono.