Aleksandr Arlovski (Nyotalia Belarús)

Nombre completo:
Aleksandr Arlovski

Edad:
19 años

Raza:
Cazador

Don:
Es capaz de congelar el músculo de un enemigo a través del contacto. El problema de este don radica en que si se excede él mismo termina con el cuerpo (o parte de él) adormecido unos minutos. En ocasiones también puede enfriar objetos, pero estos deben ser pequeños sino quiere sufrir las consecuencias.


Lugar de origen:
Bielorrusia

Clase social:
Media

Descripción física:
El bielorruso posee un cuerpo alto, delgado y sobretodo fuerte, todo gracias al entrenamiento al que él mismo se sometió durante parte de su infancia y adolescencia. Su cabello es rubio platinado, corto y con un pequeño flequillo que interrumpe su frente. Además de lo indicado anteriormente posee un ahoge el cual le resulta imposible de peinar. Su piel es caucásica y libre de imperfecciones, suave, permeable a quemaduras y sobretodo muy fría.

Tiene un rostro bastante lindo, aunque éste rasgo es opacado por la ausencia total de expresiones positivas plasmadas en él (es más, solo exterioriza sentimientos negativos). El color de sus ojos es azulado y su mirada es penetrante como los cuchillos que lleva con él. En general sus rasgos son finos y su presencia resulta un tanto intimidante.

Spoiler:

Descripción psicológica:
Su personalidad es arisca, difícil de tratar y un tanto peligrosa, es decir, el vivo reflejo de alguien quien no se ve interesado en el bienestar de nadie más además de él mismo. Aleksandr no se comporta de forma especialmente cortés con el resto de la gente, sino más bien de forma fría, resaltando su mal carácter y falta de modales. Además de ser complicado hay otra característica en él que resalta a leguas de distancia y es su determinación y perseverancia, atributos que fusionados se reflejan en la obsesión que tiene con su hermana mayor.

El bielorruso es capaz de todo por conseguir sus objetivos, sin importar si debe recurrir a métodos éticamente cuestionables para ello. Junto a lo mencionado con anterioridad es muy listo, aunque su mente es algo retorcida y cerrada a las personas diferentes. Es también bastante atrevido y para nada tímido.

Este muchacho es un tanto desconfiado y prefiere estar solo a trabajar en conjunto, por lo tanto, no es extraño desee deshacerse de todo aquel que se meta en sus asuntos, incluso si es para “ayudarlo”. Tiende a ver a todos como un estorbo y no dudará en ningún instante culpar a otros de sus falencias (las cuales raramente acepta).

Una faceta de él no tan conocida es la que presenta con sus seres queridos (léase la persona con quien está obsesionado). Con ella intentará ganarse su cariño durante todos los métodos posibles sin importar lo bizarros y terroríficos que puedan llegar a ser. Es capaz de sacrificar todo (y a todos) por ganarse a quien quiere.


Historia:
Aproximadamente veintiún años atrás un vampiro se enamoró perdidamente de una jovencita cuya fama de ser un supuesto ángel se extendía por toda la región. Ésta muchacha era dueña de rasgos que fácilmente emulaban los de un hada, y a pesar de su baja condición social su cordialidad y modales eran comparables con los de una princesa. El nombre de esta chica era Anastasia. Anastasia vivía con su padre, ayudándolo con la panadería que sostenía su hogar y servía para costear las constantes visitas del médico, pues a pesar de toda la perfección que la joven pudiera aparentar su salud era muy débil. El vampiro, quien ocasionalmente espiaba a Anastasia se planteó en más de una ocasión convertirla y hacerla suya, sin embargo, al enterarse de que la sangre de la dama estaba “envenenada” debió de desistir.

Pese al martirio que cargaba consigo, Anastasia nunca desagradeció a la vida, no obstante, su padre lloraba noche tras noche, sabiendo que cualquier día el destino podría quitarle “su dulce niña” dejándolo completamente solo.

La noche del cumpleaños número diecinueve de Anastasia todo dio un giro inesperado. Caminaba ella por las calles del pueblo tras haber cerrado la panadería, cuando de un momento a otro una presencia le estorbó el único camino que podía tomar para llegar a la calidez de su hogar. Con su amabilidad tan característica la mujer preguntó que necesitaba, sin embargo, en vez de palabras por parte del extraño lo que recibió fue una mirada que la engatusó hasta quitarle todo atisbo de conciencia. Al despertar y recuperar la noción del tiempo se hallaba en un sitio extraño, con sus ropas desgarradas y unas manos marcadas delicadamente por sobre su piel.

Un par de semanas tras este “accidente” los malestares empezaron a manifestarse; los desmayos se hacían continuos, sentía nauseas, y al contrario de su contextura frágil su peso subió levemente. A la muchacha (ni su padre) se le pasó por la mente siquiera la idea de un posible embarazo, sin embargo, cuando la menstruación se ausentó el primer mes ya todo había quedado más que claro; Anastasia estaba encinta. Tras esta noticia el progenitor de la chica aceptó con pesar lo ocurrido, no rechazaría a su pequeña, no importaba el estado en que estuviera o lo que cargara consigo. Emocionada tras la tolerancia de su padre (cosa poco habitual en la gente del pueblo) la chica aceptó su embarazo, utilizando como explicación ante el vulgo “se había casado tiempo atrás en un pueblo lejano y su actual esposo estaba lejos”.

Los meses posteriores fueron duros; a causa de la mala salud de la chica ésta debió enfrentar la mayor parte de su embarazo en cama, y claro, su padre se vio obligado a contratar a alguien que trabajase en la panadería ya que el no podía ocuparse del negocio y su hija a la vez. Las cosas se mostraron inciertas durante varios meses, y tal como se veían las cosas esa criatura que venía en camino no sería muy sana, o en su defecto, moriría antes de nacer. Anastasia se sentía profundamente dolida ante la sola idea de que el fruto de su vientre muriera, así que habló con cuanto gitano se encontraba de vez en cuando, aunque ninguno le dio una solución.

El vampiro que tiempo atrás se había aprovechado de sus poderes para tener relaciones con la chica se enteró de lo ocurrido, así que sin siquiera pensárselo dos veces asesinó al padre de ella para ingresar sin problemas al sitio donde estaba su lecho, encontrándose con la desgarradora escena de su belleza demacrándose poco a poco. Espantada, Anastasia intentó huir, encontrándose con el cuerpo de su padre inerte en el suelo. Ella huyó aterrorizada, y aunque su cuerpo estaba delicado lograba moverse gracias al instinto que le dictaba debía proteger la criatura que gestaba en su vientre.

Anastasia se movilizó lo más rápido que pudo, ganando ventaja de quien la acosaba durante el día ya que en estos lapsus de tiempo no se sentía perseguida. Al cabo de unas cuantas semanas de viaje la joven llegó a Bielorrusia, sitio donde se estableció con unos gitanos quienes la acogieron al enterarse de su historia.

Cierta noche junto a una fogata sintió las primeras contracciones, indicándole el alumbramiento iniciaría. Los gitanos de esa comunidad le ayudaron con el parto y a pesar de que todo indicaba lo contrario el bebé nació sano (o al menos aparentemente). La luna llena fue nuevamente testigo de un nacimiento.

La ahora joven madre refugió a su bebé entre sus brazos mientras los gitanos luchaban por mantenerla viva, el parto había acabo con las pocas energías que Anastasia tenía, aunque ésta última nunca borró la sonrisa de sus labios pues había cumplido el objetivo que ella misma se había trazado de joven, el tener un hijo antes de morir. Minutos después falleció, dejando al pequeño huérfano de madre.

El muchacho fue adoptado por una pareja gitana que lo llamó Mijaíl, no obstante, fue apenas un día o dos los cuales el chico vivió con ellos ya que fueron asesinados a sangre fría por su padre biológico. El vampiro (quien se sentía dolido tras enterarse de la muerte de su amada) fue incapaz de eliminar a su hijo, es más, planeaba apenas tuviera la edad suficiente convertirlo y continuar así con su casta. Desde ese día el eslavo se pasó a llamar Aleksandr, en honor al hombre que Anastasia más admiraba: su padre.

El vampiro se llevó al pequeño de regreso al pueblo donde todo se había originado. Una vez allí Anya lo recibió con un cariño que su conciencia de recién nacido le impidió apreciar, pero que sin embargo estaba ahí. Ella sería quien le enseñaría cosas como leer y escribir, las que le servirían al muchacho como base para años después desenvolverse y aprender solo.

Los años del pequeño rubio pasaron como con cualquier ser humano normal (biológicamente hablando), lo que llevó a su padre y hermanos a desechar la posibilidad de que le hubiesen tocado las habilidades de un brujo. A medida que el tiempo transcurría la personalidad del bielorruso se dibujada cada vez más atípica; su comportamiento era impropio para un niño tan joven (incluso si vivía rodeado de las criaturas más detestadas por muchos de los de su especie), pero sin duda lo que más lo caracterizaba era la obsesión que desarrolló hacia Anya, la cual comenzó aproximadamente a sus cinco años de edad.

Poco a poco Anya se fue alejando al igual que su padre, volviéndose así el pequeño Aleksandr más arisco pues no le interesaba compartir con nadie más que no fuese Anya.

Cuando cumplió seis años algo extraordinario ocurrió: el pequeño perseguía un ratón que corría por la mansión (aparentemente para aplastarlo) cuando de pronto –y tras no tener otra opción para atraparlo- se abalanzó sobre él. Al principio creyó sentiría al animal moviéndose entre sus manos, sin embargo, lejos de que eso ocurriera el ratón se hallaba completamente tieso. El chico miró extrañado y horas después lo intentó con algo más, encontrándose con la sorpresa de que podía repetir lo que había hecho (aunque falló algunas veces). Aleksandr jamás dijo de esto a nadie, aunque si comenzó a explotar su don hasta lograr dominarlo, aprendiendo a la vez sus pros y contra.

Volviendo a su situación familiar, la mansión en la que vivían todos juntos comenzó a quedar abandonada, y Aleksandr que no toleraba un sitio tan grande sin la presencia de su hermana terminó por largarse al cumplir los quince años de edad, estableciéndose en una pequeña casucha que perteneció alguna vez a una pareja de licántropos a la cual asesinó tras enterarse de que habían ocasionado problemas a su queridísima hermana mayor.

Solo cuatro años han transcurrido desde esto, el chico caza vampiros y licántropos ya que está cegado con la idea de que pueden hacer daño a su hermana, mientras que con los humanos no es sino distante. Su padre murió recientemente en manos de otro cazador, pero a él no pareció afectarle demasiado.


Datos extras:
+ No es muy templado ni paciente, sin embargo, a pesar de la carencia de estas virtudes logró dominar el acordeón y el violín.
+ Siente una obsesión enfermiza por su hermana mayor Anya, es ella quizás la única criatura que no cazaría.
+ Sus cuchillas están hechas de plata.
+ Utilizó el cabello largo durante muchos años pero debió de cortarlo durante una cacería.
+ Es apático y celoso.
+ Su obsesión por las armas de filo se remontan a su infancia. Actualmente es muy hábil con ellas y las prefiere ante cualquier arma de fuego.
+ A pesar de no ser un brujo le interesa lo que es magia negra, pero solo puede limitarse a lo teórico.