A la caza de... [Privado - Sasha]

por **Alice Kirkland** Mar Sep 27, 2011 12:32 pm

La inglesa, aquella mañana se había despertado con ganas de cazar algo, odiaba estar parada fingiendo ser lo que no era, que va, quería salir a donde fuera, quizás en algún lugar necesitaran de algún cazador, ya que no existían demasiados, y la gran mayoría de éstos, ni siquiera sabían usar sus poderes. No tardó en vestirse, tomar sus armas, algunas cosas necesarias y salir a la ciudad, aunque no sería ese su destino final.

Había escuchado los rumores de que algo se ocultaba en el cementerio, atacando a todo cuanto veía... ¿Un vampiro? ¿Un licántropo...? O quizás simplemente un gitano gracioso con ganas de molestar, tal vez un brujo molesto... A saber. Tan sólo era un rumor pero pese a todo, Alice decidió ir y comprobar la veracidad de aquellas afirmaciones que corrían de boca en boca, alarmando a unos y provocando risas a los no creyentes en esas criaturas. No tardó demasiado en llegar.

El lugar estaba oscuro, pero no precisamente porque fuera de noche, sino porque los altos árboles cubrían casi todo el lugar, dándole el aspecto de un bosque, aunque mucho más despejado que uno. Las tumbas eran varias y colocadas de diferentes formas... Pequeñas estatuas, cruces, o simples lápidas, unas tras otras cubrían la gran extensión de aquel tétrico lugar, aunque no era nada del otro mundo, por ello la inglesa se paseaba como si estuviera en su casa, a la espera de que algo hiciera acto de presencia o simplemente se lanzara a atacarla, de una u otra forma le haría frente. Era una presa aparentemente fácil ante las demás criaturas, con apariencia de una chica frágil y desprotegida, cualquiera podría atacarla. Pero claro... las apariencias engañan, ¿verdad?

por **Aleksandr Arlovski** Dom Oct 02, 2011 8:32 pm

El susurro del viento acarició sus cabellos suavemente, meciéndolos a merced de sus ondas y golpeando con delicadeza la piel gélida expuesta a los rayos del astro rey. Se repetía nuevamente el “hoy” como un día maligno, la vil rutina que hacía meses regía sus acciones no variaría, y aunque en este pueblo mucho de lo que acontecía se caracterizaba por ser atípico, para él no resultaba sino un banal e insípido intento del destino para hacerse más interesante.

Aleksandr se movilizó hacia el cementerio, su instinto le dictaba ahí sería capaz de encontrar una de las miserables cucarachas que hacían peligrar la vida de su adorada hermana con su sola e insignificante existencia. Un aire siniestro perseguía al muchacho cuan sombra acosadora, alejando así a los aldeanos quienes por casualidades de la vida se topaban con el eslavo. Finalmente y luego de atravesar el pueblo el muchacho llegó a su destino, el cual para sorpresa de el vulgo estaba “vacío”.

Los árboles se agitaron frente a él, otorgándole al cementerio un ambiente aún más tétrico del que usualmente desprendía, no obstante, el chico no parecía perturbarse frente a los sentimientos que supuestamente liberaba la estancia frente a él. Aleksandr se limitó a mirar al escenario con un aparente letargo durante una veintena de segundos, y así ingresó, tan apático como de costumbre.

Resonaron los pasos sobre los pastelones que dividían las posibles rutas que el cementerio ofrecía, el ambiente no era grato para ningún tipo de criatura, aunque esto para el bielorruso era ajeno, más bien, él es quien se enajenaba a todo. Alzó la vista al cielo cubierto por las hojas de algunos árboles, nada. Parpadeó con cierta pereza y desvió su andar hacia la maleza, rompiendo cualquier norma de cuidado con el entorno, ¿pero que más daba?

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